lunes, 22 de septiembre de 2014

Si no sueñas, no creas. Si no observas, no ves. Si no sientes, no vives.

Cuánto tiempo sin escribir y cuántas cosas que contar. Es alucinante lo rápido que pasa la vida, los meses, las semanas, los días… sin apenas tiempo para hacer todo lo que queremos. Este mes he echado el freno, por fin. Tras años de estrés estudiando y trabajando, el doctorado, la docencia, las clases, el trabajo, el gimnasio, la costura, la guitarra… en septiembre he dicho STOP. Stop a todo, solo me dedico a mí y a trabajar, claro, pero solo en un sitio. Gané una plaza para seguir de profesora asociada durante 3 años en la universidad y la he rechazado. En la vida hay prioridades y no es el momento de seguir viviendo al límite cada día. La razón es muy sencilla. Ahora no estoy yo sola y tengo que cuidar de una cosita que crece dentro de mí, y no se merece que ande como una loca de un lado para otro corriendo, dedicándome a mil cosas diferentes y estresada.  Así que ahora me dedico a trabajar por las mañanas (de esta parte solo unos privilegiados se pueden librar), a echar la siesta todos los días, y a gozar de las tardes. Un día a la semana voy a una clase de Pilates  especial para embarazadas y esa es toda mi obligación semanal (que más que obligación es una maravilla). El resto de los días paseo, miro tiendas, quedo con amigas y disfruto de la vida sin prisas y sin mil obligaciones, algo que hacía años que no hacía. Porque la ocasión lo merece, y porque cada vez que noto como se mueve dentro de mí recibo un golpe de realidad que me hace estar segura de que es lo que tengo que hacer. Y si no lo haces tú, nadie lo va a hacer.

En cierto modo, estoy sintiendo un poco decepción por la sociedad y por el mundo en el que vivimos con respecto a la maternidad. Es un problema de sobra conocido pero quizás hasta que no pasas por ello no eres del todo consciente. Tú te hallas en tu burbuja, en tu mundo, y de vez en cuando escuchas algunas frases a tu alrededor que te dejan alucinada. Una pena, la verdad… “El embarazo no es una enfermedad”, escuchas continuamente en todas partes. No, no lo es. Es algo diferente y en ocasiones, incluso peor. Una enfermedad te hace pasar unos días malos y se pasa. 40 semanas son muchas semanas, y se hacen largas, muy largas. Los miedos van y vienen, las inseguridades, las pruebas, los síntomas cambian, tu cuerpo cambia, el cansancio varía de forma e intensidad pero no te abandona… Eres una nueva persona con muchas más necesidades y carencias de lo que eras antes. Pero, lo único que parece que importa es que sigas haciendo lo mismo. Lo mismo que cuando no estabas embarazada. Como no puedas, ayyy… como no puedas. Aquí llega entonces la parte más cruel. De ti para ti misma, y de la sociedad hacia ti.

Ser madre es un plus. No resta, como muchas empresas, jefes, y personas en general creen y te hacen creer. Espero que mi hija herede una sociedad mejor en este aspecto cuando decida ser madre, si es que así lo desea. 


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