miércoles, 29 de junio de 2011

Todo final es el comienzo de algo nuevo

Me gusta despertarme por las mañanas. Que suene la radio recordándome que se acabó, que no puedo quedarme más tiempo en la cama. Hacer durante unos minutos como que no la escucho, hacerme un bicho bola primero y estirarme dentro de la cama después. Frotarme contra las sábanas, contra la almohada y emitir sonidos extraños e involuntarios. Asumir que hay que levantarse y enfrentarse a un nuevo día lleno de cosas nuevas. Salir de la cama y sentir el escalofrío del cambio de temperatura, meterme en la ducha aún sin haber abierto los ojos mientras escucho qué tiempo va a hacer, la información del tráfico, las noticias de última hora. Preparar el desayuno haciendo malabares, al mismo tiempo que me visto y me maquillo. Sentarme a desayunar, sentarme. Con mi café con leche, mis tostadas y observar mi casa que va amaneciendo como yo, perezosa. Sentir el olor a aire fresco que entra por todas las ventanas. Sobresaltarme con la hora, recoger lo que puedo y salir de casa volando.

Me gusta despertarme por las mañanas.

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