Yo siempre digo: “Jesusito”.
Y ellos contestan:”de mi vida”.
Y yo digo:”tú eres niño”.
Y ellos dicen “como yo”.
Hace unos años, cuando mi hija mayor era muy pequeña, siempre se equivocaba, y en vez de: “como yo”, contestaba: “Pocoyó”.
Y si mi fuente de inspiración decía “Pocoyó”, por algo sería...
¡Qué ilusión me ha hecho descubrir de dónde viene el nombre de Pocoyó!
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